POR: ARTURO MOLINA
El fragor de la lucha por el poder en suelo venezolano tiene disparadas las alarmas en los factores del régimen y oposición. Las encuestas anuncian un 70% de abstención para las elecciones parlamentarias del 6D. Lo destacable de ese proceder es que no sólo es la negativa para ese proceso, lo es también para cualquier otro que se presente.
En términos del hipismo es una masa poblacional grande que no tiene padrote y cabalga sin rumbo determinado, pero tiene en común la disidencia hacia el régimen. No se mueve por el llamado a votar de unos y la abstención de otros, lo que pudiera entenderse como rechazo a esos factores polarizados. Indudablemente que allí va a cobrar el oficialismo, porque participan solos, y eso les da margen para presionar a algunos que ya no les acompañan para que asistan a esos procesos.
La cuesta se hace difícil para la oposición, y el pedalear se ve de sufrimiento, y la cara refleja incertidumbre.
La oferta electoral, ha sido un dolor de cabeza en factores disidentes a la oposición abstencionista para consolidar su propuesta. Los nombres de algunos candidatos no llenan el agrado de los ciudadanos, ni presentan liderazgo que abrigue la convocatoria al voto.
Los partidos políticos están diseminados en sus bases, y no van a poder convertirse en porta aviones ante la ausencia del referente. Hay rechazos que se ven con solo nombrar al aspirante. Esa inconformidad se une a la no participación, al dejar sin opción a esas personas. A eso se suma arranque de campaña en soledad. Además de ello, la expectativa de la elección presidencial en los Estados Unidos tiende a fortalecer la desesperanza, al verse que la candidatura deseada por la apuesta intervencionista pierde terreno. Las apuestas irán cambiando, pero las costuras seguirán rotas.
El oficialismo, que perdió la calle y mayoría de electores, entendió que deben organizarse para ganar todos los comicios electorales que se presenten, y van a ir por las gobernaciones y alcaldías en 2021. Eso les asegura la presidencia de la República al llegar momento de su convocatoria. La estrategia es hacer creer a los ciudadanos ni-ni que ellos son la opción y así ganar su apoyo, y con un 30% de participación ciudadana se reafirman en el poder.
La Constitución Nacional, ni Ley alguna devenida de ésta, señala lo contrario. Quien tenga la mayoría gana. La ilegalidad e ilegitimidad solo sirven en esas circunstancias para la alharaca. Bulla y por corto tiempo.
Importante hubiese sido ver a los diputados de la Asamblea Nacional (AN), creando los mecanismos legislativos para abrir el abanico de condiciones electorales deseables, transparentes, que permitiesen comprometer al organismo electoral en cumplimiento del deber, con sanciones claras de permitirse el abuso de la norma. ¿Qué pasó con los acuerdos en la materia? Todo sigue en el limbo.
El radicalismo gana terreno y proyectan el simbolismo del cambio devenido por el mesianismo y la ambigüedad. Ese es un gusto apreciable para unos y despreciable para otros.
ARTURO MOLINA
@jarturoms1
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