En el año 1984, se produjo el estreno del largometraje: ”Los Gritos del Silencio “, laureada película ganadora de 3 premios Oscar, basada en el genocidio del pueblo camboyano, en lo que se recuerda cómo una de las mayores catástrofes humanitarias que aniquiló más de la cuarta parte de su población , producto de la locura criminal llevada a cabo por los “ jemeres rojos” , nombre con el que fueron conocidos los miembros del partido comunista de Kampuchea encabezados por el líder guerrillero Pol Pot, quienes accedieron al poder luego de la salida del ejército estadounidense de la ciudad de Nom Pen el día 12 de abril del año 1975.
5 días después los jemeres rojos hicieron su entrada
triunfal a la capital del país, siendo recibidos con vítores por el pueblo
camboyano, hubo mucha alegría y hasta flores le lanzaban a su paso, creían que
había llegado el fin de la guerra y con ella La Paz anhelada; pero muy pronto
los rostros alegres cambiaron a rostros de miedo, tristeza y desilusión ante la
dura y cruel realidad sobrevenida.
Se dio inicio a una masacre sin piedad contra todos los
disidentes y opositores, el desplazamiento de la población, el desmembramiento
de la sociedad civil, la evacuación de ciudades enteras y la imposición de
trabajos forzados en campos de concentración y tortura.
Acabaron con todo signo de cultura, clausuraron teatros,
salas y sitios de esparcimiento, se prohibió todo tipo de desarrollo
intelectual, llegando incluso a la crueldad de asesinar personas por el único
delito de ser profesionales sin distingos de ningún tipo, doctores, ingenieros,
profesores y hasta maestros de escuelas rurales debieron ocultarse para evitar
su ejecución.
Este modelo rojo de destrucción pronto provocó el
desabastecimiento y ruina general, pulverizaron la moneda y luego distribuyeron
la miseria para normalizar la hambruna; todo con el único propósito de reinar
sobre una ciudad destruida por su irracionalidad comunistas criminal.
A través del populismo y el terror llegaron a someter y
esclavizar a miles de seres humanos.
Esos Gritos del Silencio del masacrado pueblo camboyano, son
los mismos que se siguen emitiendo actualmente en diversas partes del mundo por
pueblos oprimidos donde se continúa aplicando cruelmente el mismo modelo rojo
aniquilador.
En nuestra amada Venezuela en todos los rincones y lugares
se oyen a diario gritos desesperados de rabia de un pueblo cansado, humillado y
sometido.
Vejaciones y humillaciones, protestas muchas veces silentes
por miedo a perder la vida o la libertad ante la represión del régimen
imperante.
Esos Gritos del Silencio están presentes en los presos
políticos, en los niños y niñas que mueren en espera de un trasplante salvador,
en nuestros abuelos en largas colas para cobrar una pensión miserable, en
menesterosos por miles, hurgando en las basuras en busca de algún alimento
podrido, en los miles de personas sin empleo, en el llanto de madres por sus
hijos víctimas del hampa criminal, en los que mueren por falta de medicinas o
atención médica, en frustrados conductores en largas colas esperando
combustible, en amas de casa careciendo de servicios públicos básicos, en
viajeros víctimas de la extorsión y el matraqueo en retenes y alcabalas,
sumados a los gritos de rabia y frustración de millones de seres humanos ,
compatriotas venezolanos huyendo de su país en busca de una vida más digna,.
Este noble pueblo, que hoy grita en silencio, es el mismo
pueblo que hace 22 años, también recibió con vítores y alegría, al igual que lo
hicieron los camboyanos en 1975. Este es el mismo pueblo que hoy está sufriendo
las consecuencias de aquel error histórico.
Pero como la necesidad obliga, este valeroso pueblo ahora
despertando de aquella pesadilla, grita y sigue gritando cada vez con más
fuerza para recuperar su democracia arrebatada en mala hora, para vivir
nuevamente en libertad, con justicia, paz y progreso.
Abogado Jorge Valenzuela

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