Venezuela se ha convertido en el país de la pesadilla. La noche es el epicentro de soñar cómo resolver lo del nuevo amanecer. El día es el sacrificio para la mayoría de los ciudadanos, quienes salen a buscar ganarse la vida dignamente. Unos logran obtener el ingreso que les permite recibir dos porciones de alimentación, otra escasamente una, y la mayoría ninguna. La búsqueda de alimento en la basura es el escenario para combatir la carestía de los productos por sector marginado de los beneficios sociales del régimen. Es el espacio geográfico perfecto para el engaño y la manipulación de diferentes sectores de la sociedad. Tierra fértil para la producción de miseria. Lugar en donde autoridades castrenses anuncian política pública de entregar leña a las familias para que cocinen sus escasos alimentos. Así pretenden contrarrestar la negligencia en la prestación de servicio del gas doméstico y la energía eléctrica. El aplauso por tan loable iniciativa.
El régimen lleva a la desnutrición a nuevas y viejas
generaciones. Las muestras como bandera de triunfo. La invitación es a caminar
perdidos, arrastrándose, humillándose ante ellos por la calle del olvido. Es el
preámbulo del país enfermo del futuro, carente del amor y aceptación por el
semejante. Es la prédica del mal vivir, del crecer odiando, endosando a otros
la culpa por los males adquiridos. Afianzan el ataque permanente a quien ha
alcanzado fortuna económica lícita, con aquello de que si hay un rico, es porque
le quitó al hoy pobre, pero reafirman la impunidad del corrupto. Es el país del
slogan y el grito sin contenido por dirigencia opacada por el mercantilismo
político gubernamental. El contrapeso a la exigencia del cumplimiento del deber
es la cárcel, la persecución y la siembra del terror. La desaparición forzada
de personas por pensar distinto. La extinción de la ética y la moral como
principios de los ciudadanos en el devenir de la vida y sus acciones.
Los venezolanos entran y salen permanentemente en el país
del sarcasmo, influenciado por el cinismo y la arrogancia. Las comparaciones
existen a granel para intentar limpiar, minimizar e inculpar a otros de sus
culpas en el ayer. Las circunstancias en las que se encuentra cada quien hacen
posible su atrevimiento. Ayer en silencio, hoy alzando la voz. El control de la
sociedad es el objetivo, no importa en qué circunstancia se dé. Así las cosas,
el entramado de la crisis económica y social tiene su arrojo en lo político. La
lucha de David contra Goliat no termina. La historia la muestra en diferentes
facetas. El poder es necesario mantenerlo, cueste lo que cueste. La
polarización evita la entrada al escenario de adversarios reales al gobernante
de turno. La intención es negar el debate de ideas y propuestas para implantar
el del oscurantismo y la descalificación. Derrumbar al contrario moralmente es
el propósito.
La continuidad de la disidencia en el debate estéril, ha
contribuido a su división, desmoronamiento y descalificación entre sí.
Entrampados en lo inútil y la inmadurez política, generan mensaje desalentador,
asumido por la mayoría de los venezolanos que desean el cambio del sistema de
gobierno, con impotencia. Los lanzan equivocadamente al exabrupto del remar sin
rumbo.
Arturo Molina
@jarturoms1
www.jarturomolina.blogspot.com
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