Estupor en los funcionarios de la administración pública nacional causó el anuncio de Nicolás Maduro de pagar un mes adelantado de aguinaldos. Con expresiones rimbombantes decretó el inicio de la navidad. Parecía exhausto por tal primicia. Tal vez tarde en aterrizar de la nube en que se encuentra. Demuestra cinismo y arrogancia para burlarse de los asalariados. Interesados han estado siempre en arrodillar a los trabajadores, y una vía es disminuyendo su ingreso e incrementando el egreso, así van empujando hacía la dependencia gubernamental y con ello a la sumisión. No es nueva la película, pero su egocentrismo causa impotencia y alberga rabia en los ciudadanos.
Los
tres plátanos y la panela que pudieron adquirir los empleados de la
administración pública nacional con ese mes de aguinaldo, trae a la memoria los
tiempos en que ese beneficio era esperado con entusiasmo hace ya 21 años atrás.
Las familias organizaban la compra de los ingredientes para las hallacas (no
pedían que se los regalaran), la adquisición de ropa (estrenos), los regalos
para el intercambio entre los miembros de la familia, quienes se reunían el 24
de diciembre para celebrar el nacimiento del niño Dios con sonrisa en su cara
porque era el día de la reconciliación y la unión entre seres queridos, el
perdón y el te quiero se fusionaban en uno solo. El familiar que se encontraba
a distancia, regresaba a su reencuentro, todos los esperaban con entusiasmo,
uno a uno se incorporaban y se confundían entre sí. Se presupuestaba de
inmediato los gastos del día 31 de ese mes, para dar despedida al año en curso
y bienvenida al naciente. Abrazo esperado haciendo cola para ir a recibir el
calor y alegría de la madre, padre, hermanos y amigos. Alcanzaba incluso
ese beneficio para estrenar vehículo de
agencia. Hoy existe melancolía y tristeza. Las casa están vacías, las familias
divididas, distanciadas, y el hambre reina.
Los
representantes de los trabajadores, quienes no gozan del aprecio del régimen,
vienen exigiendo incrementos salariales por el orden de los 600 dólares
mensuales, eso causa risa en el oficialismo. La actitud del desprecio se hace
presente en los revolucionarios siglo XXI, y lo demuestran sin vergüenza. Las
gobernaciones y Alcaldías no reciben los presupuestos que por Ley les
corresponde, y los funcionarios se ven maltratados por tales circunstancias. Al
cobrar los aguinaldos, alcanzará para un plátano y media panela, porque la
hiperinflación no para y el régimen la estimula para conseguir el
empobrecimiento social. La alegría de ayer es recordada con lágrimas en tiempos
de la revolución bolivariana.
El
régimen trata a los ciudadanos como objetos, serviles a sus intereses, los
desestimula y busca quebrar la resistencia ofreciendo migajas. Esa es su
esencia y razón de existir. Su sistema político es la creación de hambre y
pobreza, combinada con terror y odio. Entiende el oficialismo que la
celebración familiar en el mes de diciembre debe desaparecer, y con ello las
reivindicaciones salariales, para implementar legalmente las dadivas y las
limosnas. En consecuencia los ciudadanos deben preguntarse que debe existir
como pago para los trabajadores ¿salario o limosnas?
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