La descalificación es el elemento de destrucción utilizado por personas con mente retrograda, acostumbrados a la vida fácil y la prebenda del poder. Estrategia que les permite avanzar en contra del pensamiento distinto. Expresión de las carencias ostentadas en formación de principios morales, éticos e intelectuales. El debate constructivo y pro activo, les es ajeno, y se pronuncian con el odio engendrado en las vísceras contra quienes presenten propuestas para enriquecer la discusión con orientación política, sustentadas en el respeto y tolerancia.
Se centran en la distracción de las personas para esconder
las marramuncias adelantadas con propósitos salvajes, (en conjunción con el
régimen autoritario), buscando evitar el juicio de los ciudadanos (a quienes no
les reconocen esa condición), facilitando al oficialismo la imposición del
hambre y la miseria, porque de eso se nutre su existencia, y públicamente se
venden como las palomas de la paz. Participan en la contienda política haciendo
uso de la anti política, y se retiran del escenario al ver que sus socios
pueden ser derrotados. Son la suma de las estupideces, los sin razón, actuando
como ventiladores pagados con dinero sospechoso, para emprender con estrategia
falaz la repartición de estiércol sin control. Deben tener cuidado con los
cigarrillos que fuman o las bebidas que beben, algo no está bien.
Son los mismos actores que le permitieron la participación a
la Presidencia de la República al señor Nicolás Maduro, en el año 2013, sin
haberse retirado de la vicepresidencia de la República como lo señala la Ley.
Prefirieron el silencio cómplice, antes que la denuncia responsable. También
facilitaron que candidatos a la Asamblea Nacional, Consejos Legislativos,
Alcaldes y Gobernadores, participaran en diversos procesos sin cumplir con los
requisitos mínimos exigidos en la normativa legal, y ahora no participan en la
contienda electoral porque el régimen totalitario no les da condiciones
abrumadoras.
Son los mismos que aniquilaron la participación de los
ciudadanos en el proceso de elección de la Asamblea Nacional del año 2005, que
aprobó paquete de Leyes en 2009, y de las cuales hacen gala hoy para
discursear, quienes se ufanan de ser los representantes genuinos de la
disidencia, por mandato impositivo propio, pero que, teniendo oportunidad de
generar el debate nacional para obligar el apego a la Constitución Nacional de
las mismas, no fueron capaces de revertirlas en su momento. La sequía de esa
gestión legislativa está a la vista desde 2010 al 2015, y del 2015 a la fecha.
En una no tenían mayoría, pero en la otra le sobraban los votos. No es verdad
que el régimen no les reconoció, lo cierto es que allí adentro le facilitaron
las cosas al oficialismo para tal aberración. Son los mismos que durante estos
22 años de imposiciones autoritarias, han apostado a la polarización política,
fortaleciendo al déspota, y frustrando a las personas en su derecho a
restablecer el sistema de libertades.
Los ciudadanos tienen el genuino derecho a decidir quiénes
son sus representantes en la nueva Asamblea Nacional, y de aprobar o desaprobar
el modelo político a seguir, aferrado al anhelo de la mayoría de las personas.
Los epítetos abusivos e irrespetuosos de traidores y alacranes, no tienen
asidero en todos los que llaman a participar en las elecciones parlamentarias
del 6D. Tampoco en los ciudadanos quienes han sido víctimas de los desaciertos
de la inmediatez desmedida de los radicales. La pelota allí les rebota a
quienes hacen uso desmedido de la descalificación. La lupa hay que apuntarla en
otra dirección. Que nadie los engañe.
ARTURO MOLINA
@JARTUROMS1
www.jarturomolina.blogspot.com.
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