El año pasado escribimos "23 de febrero: La Batalla de los cuatro Puentes en Defensa de la Soberanía de la Patria”, hoy queremos reescribir ese primer análisis y lo hemos titulado "23 de febrero de 2019: la Segunda Batalla de Carabobo". Consideramos que así como es reconfortante reencontrarse con el pasado y los hechos trascendentales de la vida y la historia, también es vital encontrarnos de frente con el presente, porque si en algo debemos estar claros todos los venezolanos y venezolanas es que la situación que estamos viviendo es fuerte y complicada, que durará hasta que logremos derrotar -por cualquier vía- este cruel bloqueo económico,
financiero y comercial por parte del gobierno de los EE.UU, que a pesar de haberse producido un cambio de administración con un nuevo presidente, toda la agresión sigue intacta y remando, como para que no olvidemos que el imperio es el imperio y el enemigo es el enemigo. De allí que hay que seguir batallando todos los días, y lo que no creen en esta revolución, los que no tienen el valor de creer en la fuerza de la verdad y defender sus ideales, los que no tienen confianza en sí mismos, deben abrirse a un lado para que la causa revolucionaria siga su rumbo hacia las llanuras infinitas del destino de la patria. Consideramos que el auténtico revolucionario comprometido con este país, debe ajustarse a las razones de la revolución y jamás prestarse para obstruir el flujo dinámico de la misma, ni tampoco limitar su propia participación a la mera crítica desde la perspectiva de la pasividad o del "mojón mediático", tal como lo dijo de manera certera el cámara Earle Herrera, para referirme a esos posicionamientos.El 23 de febrero de 2019 quedará grabado en la historia como
el día cuando el pueblo venezolano se echó "el miedo a las espaldas para
salvar a la patria". Esa fecha marca un momento cuando un ala extrema de
la oposición venezolana, junto al peligroso imperio norteamericano y otros
países lacayos y aliados de la maldad, parecían haber surcado el cielo con sus
amenazas de fuego pesado, ocultas tras el artificio de la "Ayuda
Humanitaria".
Las intenciones eran rastreras y ardieron encima de las
cargas de odio, dejando el humo negro con el olor del desencanto. En tanto, los
rastrojos se movían por debajo del puente, donde se dieron fuertes escaramuzas,
para ser finalmente derrotados en sus intentos perversos.
A dos años de esa fecha heroica del 23 de febrero de 2019,
decimos que cuando un pueblo adquiere la conciencia revolucionaria puede
confiar en su porvenir, porque precisamente, esa conciencia es la más poderosa
energía que la conduce hacia el equilibrio de todas las fuerzas y el potencial
nacional. Por eso expresamos que los destinos de un pueblo requieren ser
contemplados en su heroísmo y en sus acciones permanentes. No son estos tiempos
para la confusión, el abatimiento o la desorientación, sino para levantar la
voz de la resurrección soberana y la independencia.
Han pasado muchas cosas desde aquella fecha, sobre todo que
el gobierno de los Estados Unidos ha desatado una tempestad de fuego sobre
Venezuela y en medio de ese trágico espectáculo, todos contemplamos con dolor,
la violación de todos nuestros Derechos como nación y de todos los principios
del Derecho Internacional; violaciones constadas por la Relatora de la ONU y
plasmadas en su informe contundente. Precisamente, ante todas esas agresiones,
ha llegado la hora de unir todas nuestras energías en un solo sentimiento y una
misma aspiración: Trabajar por la grandeza y bienestar de la patria.
De verdad, en estos momentos hay que tener criterio de
certidumbre y claridad en las convicciones, porque es la lucha y no la
pasividad la que construye el carácter de los pueblos. Son los convencimientos
los que forman una personalidad armoniosa y fecunda, intensa en el esfuerzo y
serena en la satisfacción del deber cumplido. Nosotros no tenemos huellas de
sangre manchada, sino de justicia y libertad. Esa es nuestra historia y nuestra
verdad, que se compone de victorias y sueños; pero hoy en día Venezuela tiene
un destino histórico que cumplir y no es otro que concentrarse en la
reafirmación de Carabobo. De allí que debemos adentrarnos en el pensamiento y
la acción liberadora, en los terrenos de la realidad y cada vez que se
dupliquen los obstáculos y las fuerzas contradictorias nos impidan el avance,
también nosotros redoblemos el combate, donde nuestra ofensiva tiene que ser
activa; por eso es importante la unidad de todas las fuerzas, porque las
revoluciones triunfan cuando el pueblo es su aliado.
La luz de la razón y la libertad de la palabra nos llevan a
decir que Venezuela está sentenciada a ver triunfar un porvenir luminoso, pero
para llegar hasta allá, hasta esa meta deseada, todos debemos avanzar seguros
por los caminos de la verdad, donde la conciencia revolucionaria sea la fuerza
que señale la dirección hacia nuestro verdadero destino. No está demás decir
que la revolución venezolana tiene ojos, tiene manos, tiene alma y espíritu;
pero son los pueblos los que le dan vida con sus soplos de ilusiones. Solos y
desunidos seríamos como las noches sin luna que se pierden en la inmensidad de
los deseos e intenciones.
No olvidemos que somos un pueblo digno que sigue el camino
hacia el glorioso porvenir y con el esfuerzo de todos los revolucionarios y
revolucionarias podemos alcanzarlo. Debemos ser perseverantes en los
propósitos, leales en el compromiso y consecuentes en la conducta. Nada de
distracciones. Como hijos de esta tierra debemos estar las veinticuatro horas
del día, con el pensamiento puesto en la defensa de nuestra patria. Debe ser el
punto focal del compromiso y el justificante de la más absoluta lealtad.
Este 23 de febrero, al cumplirse dos años de la Batalla de
los Cuatro Puentes, decimos que las coordenadas de la vida nos indican que
vamos avanzando por el camino correcto de la historia y en tanto y en cuanto y
por lo mismo tanto, debemos exaltar el patriotismo de esa fecha y manifestar
este entusiasmo y alegría por todos los rincones de la República. El camino ha
sido escabroso, pero hoy señalamos con mucha seguridad que no estamos en una
encrucijada, porque más que un destino, el pueblo revolucionario escogió una
dirección.
La Revolución
Bolivariana está en la consciencia de los venezolanos y venezolanas, y en los
pueblos del mundo.
Estamos iluminados por la antorcha de la razón y la verdad,
cimientos donde el pueblo venezolano y el gobierno revolucionario no solo han
buscado y mantenido la paz por todos los medios, sino que también estamos
resueltos a defendernos como nación. Recordemos que somos un pueblo revolucionario,
después y siempre; por lo tanto, nuestra determinación es tenaz, que nos hace
perseverar en el propósito para seguir siempre adelante. No tenemos duda, que
nuestro país está obligado a seguir su marcha, su misión y su destino; por
tanto, estamos obligados a defendernos, hacer frente a las circunstancias y
luchar para no caer en la agonía de los tiempos. A los revolucionarios y a toda
la sociedad venezolana nos une un lazo común: la patria. Y todos como un solo
cuerpo debemos estar preparados para defenderla y colaborar siempre con la
victoria, porque si bien es hermoso morir por la patria, también es hermoso
tener una patria por la cual luchar y vivir. En ese sentido, los tiempos
presentes reclaman el esfuerzo máximo de cada uno de nosotros, donde el compromiso
no tiene horas, ni depende de los entusiasmos, las tristezas o de otras
circunstancias.
Sabemos que las intenciones del imperio norteamericano son
tomar por asalto a nuestro país para someterlo, robarle y expropiar sus
riquezas; entonces el pueblo venezolano debe aferrarse a los planes de la
revolución y ponerse al amparo de los ideales de nuestros libertadores. Nunca
se debe bajar la cabeza ante ninguna resolución tomada por cualquier imperio,
porque ningún país, ni nadie tiene el derecho de imponer gobiernos aquí, al
menos que sea el de nosotros mismos. Además, debemos estar conscientes que
hacer una revolución es una obra de enorme esfuerzo y responsabilidad; de allí
que debemos constituirnos y organizarnos en el marco de un gran poder colectivo
equilibrado y en armonía, donde el antagonismo no exista entre nosotros.
Tenemos que construir la verdadera unidad de conciencia y de acción, que al
final nos dará la victoria, porque hemos elegido bien los medios: el diálogo,
la paz y la Constitución; lo que significa que estamos en la ruta correcta de
la historia.
Hoy más que nunca Venezuela es una nación que define su
destino en la senda del compromiso, la lucha y el combate por la libertad. Como
el Ave Fénix, resurgimos y renacemos de las cenizas para vencer las
dificultades. De allí que es necesario insistir en las dimensiones de esta
lucha que libramos contra el imperio norteamericano y contra los traidores
internos; precisamente, para preservar nuestra libertad y consolidar el
proyecto socialista. Debemos conocer los planes hostiles de los enemigos, las
conspiraciones y los tiempos urdidos contra nuestra patria. Debemos conocer
nuestros puntos deficientes y débiles, pero también nuestras fortalezas para
alcanzar un nivel muy alto de lucha que nos asegure la fuerza para vencer.
Jamás debemos rendirnos. Hay que seguir el ejemplo de los hombres y mujeres que
ese día defendieron la dignidad de este noble pueblo. Nosotros debemos
persistir en esta lucha histórica de defensa de la patria, retomando el camino que
nos trazaron nuestros libertadores a través de la acción revolucionaria sincera
y auténtica. No olvidemos que el grito de libertad es como un rayo que
atraviesa raudo el firmamento de la patria.
Finalmente, decimos que somos un pueblo vivo y fuerte, que
no se rinde ante las circunstancias, sino que lucha porque ama la vida y quiere
vivirla plenamente.




No hay comentarios:
Publicar un comentario