Para quienes de chicos tuvimos la fortuna de disfrutar de la
magia y alegría del espectáculo maravilloso de los circos, cada vez que
ocasionalmente llegaban a los pueblos y
ciudades; aún recordamos vivamente las divertidas ocurrencias de los payasos,
las atrevidas maniobras de los trapecistas, así como la obediencia y
sometimiento de fieras salvajes a las órdenes de un osado domador.
En mi caso particular, uno de los actos que más me impresionaron era el momento de la presentación de los elefantes, animales de gran tamaño, peso y fuerza descomunal que obedecían ciegamente a las órdenes de un hombre devilucho , el cual dotado de un látigo fustigaba fuertemente al suelo, acompañado de gritos electrizantes que causaban la obediencia fiel de tamaño mastodonte.
Luego de la actuación , se podía observar al elefante detrás
de la carpa principal con una pata encadenada a una pequeña estaca de madera
clavada superficialmente al suelo. Ahora bien ; aunque la cadena se veía
fuerte, ¿por qué el elefante no huia, si tan sólo con un mínimo esfuerzo,
podría arrancar de un solo tajo la estaca?
Con mi curiosidad de chico busqué explicaciones diversas
para justificar tan absurdo comportamiento del elefante; hasta que por fin
alguien me dió una respuesta satisfactoria: “ el elefante no escapa porque ha
estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño “ . Siendo muy
joven, mientras estuvo atado, luchó por todos los medios para soltarse, pero
cada vez su esfuerzo parecía más inútil, la estaca era muy fuerte para el
pequeño, así que después de intentarlo repetidamente sin éxito, llegó el día en
que aceptó su impotencia y se resignó a su destino, dejó de luchar para
liberarse.
El poderoso elefante no escapa porque cree que no puede
hacerlo, tiene grabado en la mente el recuerdo de sus inútiles esfuerzos de entonces y por ello se ha resignado y ha
dejado de luchar por su libertad.
Esta experiencia de
mansedumbre obligada tiene aplicación práctica al momento de buscar una justa explicación
para la situación actual de nuestro país luego de 22 años de sometimiento
autoritario por crueles domadores que nos han mantenido atados a su modelo
político hambreador para imponernos su
dominio miserable. Quienes son jóvenes y nacieron durante este periodo es
posible que por haber estado atados por la misma estaca de sumisión, se hayan
acostumbrado y por ello, obedecen ciegamente, otros quizás ante la inutilidad
de sus esfuerzos han dejado de luchar, otros muchos están despertando y buscan
liberarse de sus ataduras.
La buena noticia es que quienes por experiencia ya conocemos
a los dueños del circo y a sus prácticas oscuras para lograr sus mezquinos
propósitos, somos la gran mayoría, sabemos que no existen ataduras posibles que
puedan doblegar nuestro espíritu libertario, creemos en la libertad y
estamos trabajando para liberarnos de
esas cadenas , para desenterrar todas las estacas, porque mentalmente sabemos
que podemos y tenemos la fuerza necesaria.
Más pronto que tarde los propietarios de ese circo oprobioso de dominación y
sumisión perversa tendrán que emigrar
con sus bestias, payasos y maromeros hacia otro lugar donde instalar su
carpa roja.
Abg. Jorge Valenzuela
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