La desarticulación o dispersión social que confrontamos en medio de esta crisis política, económica y social, tiene entre otras razones a la desinformación, hecho que se presenta en algunos sectores de nuestra sociedad, cuando sus ciudadanos deciden no informarse, para no afectar la salud emocional o porque a muchos no les interesa la política, aún, cuando les afecta su calidad de vida o porque circunstancialmente está viviendo momentos de bonanza personal y por ello, hacen abstracción de todo cuánto sucede en su entorno, todo lo cual suma para prolongar el laberinto que padecemos.
La desarticulación social, crea hondos vacíos
institucionales, falta de control ciudadano sobre sus instituciones y tal vez
división entre sus distintos sectores al tener problemas comunes, pero sus
soluciones son variadas, trayendo consigo enfrentamientos, los cuales pueden
pasar también, porque unos quieren acercamientos y acuerdos con el régimen y
otros no, sobre todo los de orden económico, a causa del desespero de ciertos
empresarios por recuperarse, aunque olviden el férreo esquema socialista
empobrecedor de los últimos años, qué ha dado pasó más bien a una élite
enriquecida con bienes del Estado.
Esa desarticulación, hace que cada sector de la sociedad
busque sobrevivir aún a expensas de la imperiosa necesidad de estar
cohesionados de la mejor manera posible para no provocar desmotivación o
decepción en quiénes siempre esperan un estado ideal a sus deseos, sin entender
que mientras no se logre crear un verdadero bloque opositor, que pueda atraer y
retener a aquellos qué piensan que con socialismo se podrá restablecer un
verdadero sistema de libertades económicas, y menos aún evitar la anomia social
que estamos experimentando en la convivencia diaria, no tendremos planes
verdaderamente uniforme.
Es menester entender de manera impostergable que sólo a
través de una estable organización democrática, plural y tolerante, se puede
replantear la lucha opositora, sin prejuicios o descalificaciones, para así
podernos adaptar a las nuevas exigencias de lucha. Hasta el presente es la
Alianza Democrática, la que más se aproxima a esta circunstancia. Es innegable
que este bloque político ha venido demostrando una actitud conciliadora en
procura de la deseada unión que vaya reduciendo el poder del régimen. Tenemos
que entender de una buena vez, que como ciudadanos debemos estar atentos a los
pasos que da el régimen en cualquier negociación, pues cualquier parpadeo puede
dar lugar a ruidosos escándalos que en buena medida atentan contra el
patrimonio público.
Se hace indispensable entonces, en esta nueva etapa
electoral y política, fortalecer grupos, ONGs, partidos políticos y a la misma
sociedad, en la convicción de participar activamente en los asuntos públicos de
la nación, aún, cuando las desventajas sean muy notorias y muchas veces
irremediables, pues de lo que se trata es de probar esas inequidades ante el
país y el mundo, con la fortaleza de nuestra perseverancia y espíritu de
innovación. Ya basta entonces, de tanta desarticulación. En pleno siglo 21
resulta inaceptable las divisiones que confrontamos, los verdaderos demócratas
debemos trabajar para sumar y sumar gente a la causa, para seguir despertando
el interés por las bondades de la política y de sus beneficios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario