En los últimos tiempos, el tema de las percepciones argumentales para referirse a aspectos políticos, ha venido ganando espacios de opinión, pues tal actitud es prácticamente un derecho natural, que crece a medida que se van sucediendo distintos hechos; esas variadas opiniones con base a percepciones personales generan debates, cuando las mismas tienen un tinte controversial, sobre todo cuanto tiene que ver con los métodos de lucha para enfrentar o disminuir el autoritarismo imperante. En tal sentido es común, leer o escuchar opiniones que se ubican en el plano de los subjetivismos extremos, de los valores sociales o de las creencias adquiridas, más que de la realidad social.
Los distintos fenómenos o hechos políticos o sociales,
generados por el régimen central, son interpretados y explicados por muchas
personas, desde su percepción individual del asunto, más que de la maduración
de una idea o ideas al respecto, con base a una mínima consulta o estudio de los expertos sobre el
tema. Se ha dicho que desde la función cerebral, se interpretan las sensaciones
o estímulos externos que llegan hasta sus sentidos, con lo cual se forman una
determinada impresión, conforme a sus creencias, preferencias o afectos. Tales
impresiones pueden ser correctas, erradas o aviesas, dependiendo de la realidad
política, social o económica, que se vaya a considerar por el interesado.
Esas percepciones personales, casi que independientes de
cualquier otro criterio u opinión, pueden dar lugar a sesgos ideológicos, que
llevan a su autor a hacer de los mismos, puntos de honor, “verdades”
inmodificables esto es, mi opinión es esta y ella se mantendrá aun cuando las
circunstancias que dieron origen a la misma, cambiaron; no obstante también,
que la política es una ciencia social que no es exacta o perfecta al momento de
explicarse una determinada realidad. Por supuesto, se aclara que nadie es
infalible al momento de explicarse un fenómeno de cualquier naturaleza, así sea
que el autor de una opinión envuelta en una percepción personal, crea o
pretenda hacer creer a los demás, que por su experiencia o visión de vida, está
por encima de los demás.
Ahondando sobre esta
situación, cabe decir también, que la actual situación política nacional, nos
obliga a todos los ciudadanos a ir más allá de los razonamientos superficiales
o engañosos, sustentados en el prestigio o imagen de una persona, para buscar
fortalecerlos en fuentes documentales o audio visuales, además en las
sensaciones o estímulos que se pueden captar en el entorno. No hay que olvidar,
que más y mejores opiniones se emitirán y lograrán en base a los aprendizajes
alcanzados. Sin embargo, no se desconoce que en el proceso de percepción
política, se repite de nuevo, juegan referentes de distinto tipo, cercanos a la
formación de una persona, con los cuales ésta se ayuda para explicar una
realidad coyuntural.
Para el autor catalán Merleau Ponty Maurice, autor de la
obra “Fenomenología de la Percepción” (1975) “la percepción constituye un
proceso mental parcial” lo que lleva a decir, que cualquier observador, vocero
o analista que se sustente sólo en sus percepciones argumentales, podría estar
captando o no las cosas o los hechos en su integridad, dado lo variable o
complicado que puedan ser en su naturaleza. La población venezolana espera
siempre mejores ideas y acciones positivas y edificantes, que éstas no sean
vanas, pasionales, o engañosas, dado que
de ser así, pueden dar lugar a conductas inapropiadas o ineficaces por parte de
personas interesadas en el campo político, que pueden con ello perjudicar y
hasta hacer retroceder a cualquier tipo de causa.
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