En una nota anterior hice referencia acerca de los innumerables problemas que confronta nuestro sistema penitenciario, tomando como referencia a la antigua cárcel: La Rotunda, donde a través de 96 años, hasta su demolición en el año 1936, fue el centro de torturas y opresión más degradante de nuestra historia republicana; castigos crueles y sevicias infames aplicadas a los presos, que aún hoy nos avergüenzan por su realismo y crueldad y que para nada contribuyeron a la rehabilitación y reinserción social de los privados de su libertad.
La experiencia actual
nos revela que muy poco se ha cambiado en sentido positivo y que más
bien esas viejas prácticas criminales se han arraigado y acentuado más, sólo
que a través de mecanismos y métodos mucho más sofisticados de tortura que buscan invisibilizar los rastros y
huellas del accionar de los verdugos que fungen como custodios de los presos.
El retardo procesal, el hacinamiento carcelario, la
precariedad de nuestros recintos carcelarios, la carencia de servicios básicos
generadores de condiciones de insalubridad indignantes, sumados a la presencia
de armas y drogas al interior de las cárceles, son causales de la violencia,
muertes , motines y masacres que suceden con frecuencia y cuyas víctimas están
bajo custodia y responsabilidad del estado venezolano.
Esta vergonzante realidad, hoy la expresó a través de unos
improvisados versos, llenos de sentimiento humano que buscan sensibilizar a la
opinión pública con la esperanza de lograr una mayor y mejor atención hacia nuestros
compatriotas privados de libertad , quienes tienen derecho a una justicia
apropiada.
Mazmorra lúgubre y cruel, cárcel sucia y miserable, donde se
castiga al preso, donde todos son culpables por oponerse al gobierno o
protestar en la calle.
Seres humanos sufriendo vejámenes y torturas, sometidos al
infierno sin esperanza ninguna, trituradores de oficio carentes de humanidad,
los someten a suplicios con su sello de maldad.
En total hacinamiento no hay sitio para dormir, en medio de
su tormento se busca sobrevivir, entre olores nauseabundos que son su calvario
cierto, la celda es un cementerio inundado de excrementos.
Cuerpos casi trasparentes cual fantasmas deambulando, días y
años de terror por justicia suplicando, en vez de su libertad se les sigue
torturando.
Desastre penitenciario , hay retardo procesal, los presos en
su calvario claman justicia y verdad, mientras que los opresores arrecian más
su maldad del modelo comunista que azota la sociedad.
Con pranes como custodios y brutales carceleros, si quieres
seguir viviendo debes conseguir dinero, siempre bajo vigilancia de los llamados
“ luceros” , si no alcanzas a pagar te
puedes morir primero
Más como nada es eterno la justicia llegará, los causantes
del desastre todos deberán pagar, vivirán su propio infierno, sus miserias
arderán con su braga anaranjada
reluciente de maldad.
Jorge Valenzuela
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