La elección del 9 de enero en el Estado Barinas tiene a los analistas políticos o no, escribiendo sobre lo acontecido en tierra llanera. Variables diversas mueven la pluma que asienta sobre el papel los puntos de vista nacional e internacional. Hay quienes, en su forcejeo por etiquetar a los contrarios para tapar sus desventuras, se apoyan en la torpeza de seguir culpando a la vaca.
La lección que han dado los ciudadanos de ese espacio
regional deja sin aliento a los creadores de laboratorios excluyentes. El
triunfo contundente del señor Garrido les hizo ilusionar con volver a las
andanzas de las guarimbas, golpes de estado e intervención militar
norteamericana. Al conocer que ese despropósito era imposible por la convicción
del nuevo gobernador de exigir respeto hacia su linda Barinas, partiendo del
reconocimiento mutuo de las autoridades electas a nivel nacional y regional,
comenzaron a lanzar toda clase de improperios contra esa postura.
Los radicales, de ambos lados, añoran la confrontación
estéril para tener algo que decir en los medios. Al no producirse, sienten que
están desapareciendo, y eso los coloca en situación de alto riesgo para seguir
chupando la teta de la becerra. Los electores del Estado Barinas decidieron ir
por la vía de la economía del voto y apostaron a lo seguro, tal vez no lo
querido, pero era lo que esa población tenía decidido. Salir del oficialismo
era imprescindible para esos ciudadanos que, cansados de esos gobernantes, se
dieron con furia y votaron contra todo pronóstico. Allí el voto se afianzó en
contra de los abstencionistas.
Algunos dirigentes del llamado G4 se engañan a sí mismos, al
pretender manipular a los ciudadanos del resto del país, con el ridículo
enunciado del triunfo, gracias al liderazgo que ellos representan. El desconocimiento
a la inteligencia de esos electores deja al descubierto que ese grupito de
facinerosos los mueve la vanidad. Adicionalmente, los ciudadanos de ese
territorio enviaron contundente mensaje al oficialismo. No hay dinero
suficiente para comprar la conciencia de las personas, ni trampa alguna que
frene la expresión de las mayorías.
El triunfo en suelo llanero debe ser administrado con la
humildad que el caso amerita. La unidad nacional nada tiene que ver con los
intereses mezquinos de algunos dirigentes. Los partidos políticos deben renovar
sus autoridades. La organización de la sociedad es de abajo hacia arriba. No se
trata de quitar a alguien para poner otro peor. El método de selección de los
representantes con vocería de la alternativa democrática (sin exclusiones) es
por la vía de la elección primaria. Nada de embriagar el ego. Hoy toda
Venezuela canta: Barinas, linda Barinas.
ARTURO MOLINA
www.jarturomolina.blogspot.com
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