Hay turbulencia en la sociedad venezolana ante la creciente deficiencia de los servicios públicos. El discurso demagogo es costumbre en los representantes gubernamentales. Cortes de energía eléctrica parece se realizan como parte de un plan desestabilizador al equilibrio emocional de los ciudadanos. La paralización de los sectores productivos y el quiebre de pequeñas empresas parece no importarle a los revolucionarios siglo XXI. Los emprendedores ven como sus inversiones desaparecen por las carencias profesionales que registra el ente que rige la materia. Todo lo asumen bajo la esquela de la improvisación. De rendición de cuentas sobre inversiones y mantenimiento nadie da respuesta. Plantas eléctricas importadas son hoy cascarones ocupando espacio, y sirven como nido a ratones y serpientes, cuidado y terminan siendo de delincuentes. Las declaraciones de saboteo o conspiraciones ya no resisten la descarga de disgusto que expresan las personas.
Amas de casa angustiadas porque regresa el tema de la perdida de los escasos alimentos que consiguen a precios desorbitantes, y deben ser refrigerados. Aparatos electrodomésticos y equipos en general, se deterioran y no hay responsable que dé la cara para resarcir el daño causado. Los ciudadanos se sienten desamparados por la arbitrariedad que ejecuta el burócrata gubernamental. Niños llorando en zonas con altas temperaturas porque no soportan el calor y los sancudos. Hospitales en apuros para atender los pacientes allí hospitalizados y requieren de ese vital servicio para proporcionar las atenciones a la salud requeridas. Horas de trabajo desperdiciadas por la inoperancia del oficialismo. Desconexión del mundo por la caída del internet. Paralización bancaria y de cualquier trámite administrativo. La risa se les refleja en las mejillas de la irresponsabilidad, moteadas para hacer el teatro.
Represas que costaron miles de millones a los venezolanos se encuentran paralizadas o a medio funcionar. En lluvia o sequia siempre sucede lo mismo. Baja el nivel, sube el nivel, pero el servicio de energía eléctrica sigue siendo deficiente. Lamentable que durante largos 23 años se le oiga decir a los representantes del gobierno culpar a los de ayer, prometiendo para el mañana, pero no asumen el presente. La responsabilidad y reconocimiento de sus errores o desaciertos, no consigue espacio en los motores anunciados. Les fallan las válvulas; no consiguen la gasolina ni el gasoil, y los cambios de aceite, son a destiempo. Al conectarlos encienden, y al recibir el corte eléctrico, quedan estropeados. No saben de resistencia, menos de rectificación. Para los del régimen es preferible cambiar de ropa sin hacer uso del agua, porque la misma es para las matas. Los ciudadanos siguen preguntando, ¿Qué pasa con el servicio eléctrico? La respuesta no se hace esperar: los revolucionarios apuestan a la fuerza de la costumbre, hasta el nivel degradante de la sumisión, para ser gobernados por la oscuridad.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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