Las palabras del maestro de maestros Luis Beltrán Prieto Figueroa, al señalar que al docente se le debe tratar con cariño, retoman vigencia en la Venezuela preñada por la exclusión. La política educativa se ve involucrada en luchas desproporcionadas al momento de la toma de decisiones. Las pretensiones domesticadoras del régimen, los llevo a creer que quitando beneficios socio económico al sector educativo, logrados durante años de lucha en procura del reconocimiento, y respeto a reivindicaciones, les facilitaría el propósito de arrodillarles. No conocen la raigambre del profesional de la docencia, quien aún en la pobreza extrema estimulada por los revolucionarios siglo XXI, se mantienen en pie de lucha.
La sensibilidad y compromiso profesional del educador
venezolano se registra en cada acción que adelanta a favor de la formación de
la niñez. Son padres y madres de familia que han tenido que buscar ingresos
extra para llevar alimento a sus hogares. Sienten y padecen las mismas
vicisitudes que el resto de los profesionales del país. Abren años escolares y
los cierran con la esperanza de que se le reconozcan mejoras salariales y de
salud. La política centralista del Gobierno nacional, limita acuerdos económicos
y sociales entre representantes gremiales y autoridades de gobernaciones y
alcaldías. La desesperanza pareciera va a triunfar, pero sale de inmediato a
relucir la resistencia y el sí se puede.
Escuchar las anécdotas de lo padecido por los profesionales
de la enseñanza en cada espacio escolar y familiar, quiebra la voz y saca
lágrimas. Difícil frenar el enrojecimiento de los ojos. La inducida política
económica del sistema colectivista, no solo destruye salarios, además,
desmorona hogares. Ya no se puede hablar de algunos que viven en la calle,
ahora la mayoría de los venezolanos viven deambulando, pidiendo, rogando. Los
educadores también han sido objeto de la lástima. Entre vecinos ayudan con
zapatos, pantalones y blusas o camisas. Caminar durante horas para cumplir con
su deber profesional les agota. Esa verdad la desconoce el burócrata que vive
aislado y da la espalda pretendiendo evadir la responsabilidad con la excusa
miserable, “eso no es conmigo”. Es el egoísmo de personas patentado en la
ignorancia y el odio.
El camino por alcanzar cambios hay que limpiarlo de las
impurezas que se presentan. Las ofertas fraudulentas deben detectarse a tiempo.
Quienes tienen la posibilidad de ayudar, y actúan en sentido contrario, no
merecen el respeto, ni la bendición de los cristianos. Negar a los
profesionales de la docencia lo que por derecho les corresponde es obra de
mediocres, o tal vez, de quienes se acercan a los gobiernos con la finalidad de
destruirlos desde adentro. Eso debe ser denunciado con fuerza. Me sumo a las
palabras del MAESTRO Luis Beltrán Prieto Figueroa, al maestro con cariño.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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jarturomolina@gmail.com
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