Una de las muy pocas noticias refrescantes que encuentro en
la política venezolana contemporánea es el surgimiento de una nueva fuerza política
llamada Unión y Progreso.
Es un movimiento que asume una tarea ciclópea, gigantesca: rescatar la dignidad y la utilidad de la política. Promover la unión de los venezolanos alrededor de un programa de reconstrucción del país y trabajar por el progreso material, espiritual y cultural de todos los venezolanos.
Cuando se habla de unión, no se trata de lograr una unión
artificial alrededor de un jefe político de un caudillo o de un partido o de
una federación de partidos. Se trata de promover la unión de los venezolanos
alrededor de un ideal, de un programa, de un sueño: hacer realidad el
compromiso consagrado en la constitución Nacional.
Cuando se habla de progreso, se trata de lograr que los
venezolanos podamos hacer realidad nuestro deseo de vivir bien. Es decir, vivir
en un país con democracia, con vigencia del estado de derecho, con respeto
escrupuloso a los derechos humanos, sin presos políticos, sin exilados, sin
perseguidos. Un país en donde prevalezca la cultura del consenso y no la
cultura de la confrontación y la polarización absurda e infecunda.
Progreso significa trabajar por la recuperación económica de
Venezuela y de los venezolanos. Cada familia venezolana tiene derecho a vivir
bien. Mejorar la calidad de la vida de todos y de cada uno de los venezolanos.
Venezuela tiene lo que se necesita para garantizar el
progreso económico que beneficie a todos los ciudadanos, a todas las regiones y
a todas las familias. Ubicación geográfica, recursos humanos calificados,
petróleo, minerales, agricultura vegetal y animal, turismo, etc., etc.
Para hacer realidad todo ese magnífico potencial, lo único
que se requiere es un cambio de gobierno y un programa de reconstrucción claro
y sensato.
Progreso significa acabar con la pobreza. Unión y Progreso
tiene la fórmula. Más y mejor crecimiento económico, más y mejor generación de
empleos y más y mejor educación para que los hijos de los pobres se capaciten y
puedan lograr acceder a esos empleos modernos y bien remunerados.
Progreso significa acabar con la corrupción y rescatar los
valores éticos y los principios morales que deben prevalecer en una nación
moderna y civilizada.
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