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martes, 28 de septiembre de 2021

Opinión El Ego Político Por Julio C Hernández

Señalaba Max Weber qué una de las características de cualquier político, era la de ser mesurado, esto es, ser un actor público, qué sabe contener con moderación o comedimiento su conducta. El político, tanto en su lenguaje corporal, cómo en su oralidad, debe saber contener sus emociones y guardar la compostura que de ellos se espera. La compostura pasa también, por saber manejar el ego que mueve el proceder de algunos de ellos. Dado qué ese ego se nota más en la actividad política, tal vez, por la evaluación que la gente hace de aquellos.

Lo anterior no quiere decir, qué no hayan otras personas o profesionales altamente desmesurados o con un marcado egocentrismo, que algunas veces llega a la soberbia o a la estupidez. En el caso concreto de los políticos con alto ego, qué los hace creer que nadie podrá hacerlo mejor que él o que ellos, se muestran alejados de lo que la gente quiere y en su lugar muestran una gran vanidad. En tal sentido, son muy pugnaces los egos políticos cuándo se trata de determinar nombres para la confección de plataformas electorales, pues mucho de ellos se consideran la reencarnación de la verdad absoluta e indiscutible.

Son muy encarnizados los conflictos entre los egos políticos, sobretodo para medir liderazgos o encabezar propuestas electorales. En esos casos, nadie cede y ese antagonismo lo que deja en definitiva es cuentas por saldar. ¿Pero cómo se puede llegar a tener un ego elevado? La respuesta no es muy sencilla, pues en política sobra gente por muchas causas y razones qué los llevan a querer destacarse por sobre otros, con base a narrativas o fantasías qué saben construir en torno a sus personas, aparentando ser demócratas, plurales y receptivos de la crítica popular, aunque a lo interno de su espíritu, partidos o grupos políticos, no lo sean.

Con tanta desunión e incomunicación política entre los grupo opositores, a causa de la poca sensibilidad de los egos de diferentes actores políticos, que en lugar de abrir espacios para el entendimiento integral, se convirtieron en censores respecto de la trayectoria  y moralidad de quienes disientan de su forma de pensar y actuar, aunque estas últimas sean vagas e imprecisas, lo que ha hecho que los ciudadanos, los miren con antipatía, dada su permanente actitud de estar por encima de los demás y saberselo todo.

Qué no olviden los que creen estar por encima de todo y de todos en la política, que el ego como bien señala el autor Ryan Holiday (2017) en su obra "El ego es el enemigo" es una creencia malsana de nuestra propia importancia; es la superioridad y certeza qué excede los límites de la seguridad en uno mismo. Es una fuerza de gravedad qué frena a las personas para alcanzar su real potencial. El ego para este autor, distorsiona la realidad y limita el tener conciencia de las situaciones"; tal vez por todo eso, algunos políticos no entienden ni entenderán la necesidad de una auténtica unidad política y electoral, pues lo único que saben es sublimarse sin pudor alguno.

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