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domingo, 6 de marzo de 2022

Derecho a la justicia Opinión Venezuela y Rusia: lazos inseparables Por Magistrado Marco Medina

La historia ha puesto a Venezuela y Rusia como naciones con lazos inseparables desde hace siglos, con un noble romance que ni la distancia ha permitido que se acabe, con episodios de sufrimientos en paralelo, pero colaboraciones entre sus gobiernos que han permitido sortear cualquier tipo de vicisitud, desde las naturales hasta las provocadas por las constantes injerencias de potencias extranjeras que han pretendido poner al espejo del Caribe y al gigante de Euroasia de rodillas, sin contar con la fortaleza y patriotismo de sus pueblos.

Nuestro acercamiento con el noble pueblo ruso se remonta al 26 de septiembre de 1786, con el ingreso a esas lejanas tierras de un insigne venezolano del Mundo, quien con un pasaporte que lo identificaba como el Conde de Miranda, dio inicio a una extraordinaria aventura de amor, pasión y astucia política. En efecto, Francisco de Miranda se trasladó a Rusia y permanecería en su extenso territorio por casi un año, generando un sentimiento de estima a toda persona que lo conocía, pero lo más importante, adquiriendo conocimientos en distintas áreas militares, políticas y culturales, consiguiendo apoyo económico para futuros emprendimientos libertarios y protección por parte de la corte rusa ante la persecución del imperio español.

El 4 de enero de 1787, el ilustre Miranda fue invitado por el príncipe Grigori Potiomkin a viajar a Crimea, en donde se sostuvieron intensas reuniones sobre la política internacional de Francia, Inglaterra y Estados Unidos, puntos de la geopolítica de los cuales era experto el prócer venezolano y de lo cual se requería su asesoría constante. Luego, el 14 de febrero de ese año, Francisco de Miranda, acompañado de la Corte Rusa, llega a Kiev, en donde la Emperatriz Catalina II le concede audiencia, naciendo una de las más hermosas amistades que conoce el universo político, basado en la admiración y respeto que profesó en vida la lideresa rusa por el Generalísimo venezolano, cumpliendo así un papel muy importante en la fundación de las relaciones ruso-venezolanas.

El anterior preludio, base de la amistad fraternal entre Rusia y Venezuela, hizo que con el pasar de los años, con espacios, tiempos y escenarios políticos distintos, pasando por conflictos internacionales, distorsiones internas y modelos opuestos, se generaran una serie de relaciones comerciales, culturales y militares que permitieron que el lenguaje cálido de aquel pasaje del siglo XVIII no abandonara nunca el sentimiento de colaboración entre ambas naciones. En efecto, aún en las épocas más difíciles, durante el tortuoso camino político y económico de la Cuarta República, Venezuela consiguió apoyo de la Unión Soviética, en áreas tan importantes para la vida nacional, como la económica, agroalimentaria, cultural y deportiva, entre otras, esenciales para el mantenimiento de la paz y, muy a pesar, de la oposición de aquellos grupos que pretendían seguir ahogándonos bajo el imperio de los mandatos del Fondo Monetario Internacional.

El Comandante Hugo Chávez, dando cumplimiento a su extensa visión de la política internacional, plasmada en su obra constitucional, produjo un cambio de paradigma histórico y modificó la traza geoestratégica hacia los pueblos del sur, entendiendo la relevancia de Rusia en la protección de los pueblos que no tenían derecho, hasta entonces, a participar de manera activa en la toma de decisiones fundamentales en las políticas internacionales, para lo cual Moscú cuenta con un extenso recorrido de dignidad ante los intensos ataques a su voluntad de autodeterminación y políticas soberanas. Fue, bajo la Revolución Bolivariana, la reivindicación de la acción emprendida por Francisco de Miranda, dos siglos atrás.

Nunca nos ha dejado solo el pueblo ruso, en nuestra intensa batalla por el respeto de nuestra independencia y soberanía, por el resguardo de nuestros recursos, tan asediados por el Imperio del Norte y por las potencias europeas, incluso aportándonos todo tipo de herramienta para luchar contra el enemigo silente del siglo XXI, la pandemia enemiga que, junto al bloqueo criminal pretendió hundir a la Patria de Bolívar, encontrando una fuerte resistencia de un pueblo convencido y comprometido con los valores nacionales.

De allí nuestra solidaridad con Rusia; la Rusia que protege a su pueblo, que pide la desnazificación que ocultan los medios y los organismos internacionales, el reconocimiento de Crimea como histórico territorio ruso y la legítima protección de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk del asedio terrorista de grupos armados amparados por las potencias europeas y con connivencia estadoudinense.

Marco Antonio Medina Salas

Magistrado del Tribunal Supremo de Justicia

 

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