El reciente incremento del salario mínimo a 126 bs mensuales, aproximadamente 29 dólares, no deja de ser un ingreso precario. Es lamentable que la política salarial del gobierno nacional tenga el matiz del permanente empobrecimiento del sector público. Las redes sociales dan testimonio de la precariedad que mantienen los funcionarios de este sector a cualquier nivel. Permanentemente recurren a la solidaridad de los ciudadanos para superar dificultades que se presentan en su salud. El sistema de protección social del que gozaban los trabajadores, fue destruido, cambiado por el ofrecimiento populista, sustentado en el engaño y la buena fe de las personas.
La centralización ha tomado curso desmesurado, ofensivo.
Dentro del esquema de liquidación de gobernaciones y alcaldías como propósito
inmediato del oficialismo, han recurrido a dejarlos como simples operadores
para el trámite de elaboración de nóminas. Ahora es la Oficina Nacional de
Presupuesto (ONAPRE), dependiente del Ministerio de Finanzas, la ductora de la
política salarial. Desde allí direccionan para que los pagos se realicen a
través del sistema patria, obligando a propios y extraños a registrase en el
mismo, incluso para cualquier trámite administrativo. Los reclamos se pierden
en la distancia porque desde estos espacios de “poder” regional y local, son
simples intermediarios. Eso no puede gustarle ni siquiera al que vive en la
capital del país. Se cierne la autocracia, ya que no solo es ese aspecto el que
entra en el debate, también se debe revisar lo concerniente a la autonomía de
las instituciones, ya que la idea es concentrar el poder en una persona. Eso
equivale a destruir el orden Republicano.
No se puede generalizar. Tal vez hay dirigente gubernamental
con deseos de cambiar las cosas en el seno del gobierno central, regional o
municipal, pero al final se lo va a tragar la asfixiante corriente centralizadora.
Sería un acto de buena fe tal propósito, que implicaría al gobernante asumir su
liquidación política por parte de sus camaradas ante la osadía o aventura
realizada. La otra es la mentira para atraer apoyos, y luego dar el leñazo a
los creyentes. No en vano, desde el régimen se les ha dado impulso a las
comunas, pasando por encima de lo establecido en la Constitución de la
República. Crearon el feto, cunado no les parece lo desconocen; y si ven camino
expedito se hacen pasar por la solución, cuando en realidad son el problema.
Hay cientos de seguidores que han abandonado ese carro y suspiran por cambio de
gobernantes.
El régimen pretende en la nueva burla a los funcionarios de
la administración pública, que el incremento no sea aplicado en las tablas
salariales con base al porcentaje global, sino desde el mínimo. Siguen con su
propuesta de empobrecimiento, llamado en su entorno, igualdad hacia abajo. El
incremento salarial se hace desconociendo a los gremios, sindicatos, es decir,
sin dialogo social. La nariz de Pinocho ya no tiene donde esconderla. En el
planteamiento de los revolucionarios del siglo XXI no entra nada que tenga que
ver con lo privado, porque no creen en eso. Son su antítesis. Tampoco creen en
el salario digno y suficiente, menos en los trabajadores con calidad de vida.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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jarturomolina@gmai.com
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