Los funcionarios que llegan al ejercicio de la administración pública, en cualquier cargo, deben tener presente que van a servir, no a servirse. Esa es una frase trillada, pero cobra fuerza cada vez que la dosis de inyección del medicamento contraindicado, eleva a las nubes a quienes pretenden abusar de los derechos de otras personas, tal vez, sintiéndose seres superiores. Hacen uso de la violencia verbal de forma desproporcionada. Amedrentan sin conocer el paso administrativo a seguir. Cierran la información a los funcionarios para el derecho a la defensa, y no bastándole con eso, les niegan derecho de palabra, incitando al acoso, y el bullyn.
Hay gobernantes que se siente dueño de los territorios de su
administración, y apabulla a los residentes. Son exigentes con las acciones que
deben cumplirse para satisfacer sus caprichos. Presionan desde todos los bandos
posibles, porque su poder es supra humano. Atropellan porque en esos sectores
la voluntad de los ciudadanos no fue a su favor. Siguen creyendo que ganaron
por abrumadora mayoría, dando la espalda a lo que realmente acontece: son
rechazados por la mayoría, y solo representan un ínfimo sector que les voto a
su favor. Allí se evidencia que quedarse en casa, y dejar a otros que decidan
el futuro del ejercicio de la gestión a cualquier nivel, es un craso error. La
abstención no es la solución al problema planteado, como tampoco lo es la
confrontación estéril, menos, la referida al uso de las armas.
El aprendizaje sigue vigente. Hay quienes buscan
apropiárselo y esconderlo. La toma de decisiones sigue su camino centralizador.
Alcaldes y gobernadores deben voltear su mirada, y entender que se les viene
encima la guillotina de la barbarie, sin importar su militancia, o entrega, al
gobernante nacional. Se profundizan las aguas de la desigualdad social. El
quiebre del sistema de libertades por parte de los arrogantes impostores, los
tiene en desespero permanente, al ver que se les hace cuesta arriba imponerlo a
raja tabla. Ya se acusan entre sí, y anuncian que debe ir a la cárcel quienes
manipulan el poder judicial. La opinión disidente les molesta en mayor
proporción, en la medida que el tiempo avanza, y no ven que pueden arrodillar y
manosear a su gusto, la conciencia de las personas. El disgusto los lleva a
arremeten contra las organizaciones de los Derechos Humanos (DDHH), trasladando
a la cárcel a sus promotores.
La sociedad democrática debe trabajar intensamente para
rescatar la confianza de los ciudadanos, y emprender el camino cierto de la
restitución del sistema de libertades por encima de las particularidades. Sigue
presente el no reconocimiento del contrario, y se apropia del pensamiento
discriminatorio del nos y otros. La base debe fundamentarse en el nos-otros. No
somos entonces ejes de enemigos. Distintos en el pensar, sí, eso es necesario,
básico, fundamental, pero acordar la sana convivencia, es de civilizados,
atendiendo el pensamiento plural. Asumir el derecho a escuchar y ser
escuchados, con base a lo establecido en la norma legal debe ser la bandera,
para evitar el abuso, y el bullyn, en el ejercicio del poder.
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
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jarturomolina@gmail.com
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