La articulación de estrategias para generar conflicto es devenida sobre la base de la mentira y el amarillismo. La desesperación es el fundamento que nutre al que entra en terreno del ofuscamiento. La creencia de estar por encima de otro, le sucede a quien no revisa sus actuaciones, o tal vez, por la fuerza de la costumbre, reedita conducta aprendida y asumida en su vida, para llevar en adelante sus relaciones con los demás. Detrás de eso también pudiera estar quien, aferrado al ministerio del odio, direcciona en el mandadero para crear la atmosfera del choque. En oportunidades lanzan los improperios, y posteriormente se esconden tras el pelaje suave del gatito consentido, a quien solo se le escucha: miau.
El ropaje del farsante brilla en su andar porque quienes le
conocen saben de sus peripecias. Al desfasado le da igual si comete delito
informático, o le saca a volar la mamá a alguien, porque su estrategia se
centra en crear, así sea imaginariamente, el estallido. Es la fórmula a la que,
apuesta para intentar quebrar, al contrario. Su espejo refleja el resentimiento
que auspicia el sello de su marca: la incapacidad. Aferrado en destruir enfila
sus garras y se suma en la multiplicación del desprestigio contra otro, sin
darse cuenta que ha multiplicado el suyo. George Orwell describe con magistral
pluma en su libro 1984 lo que reflejaba la fachada blanca del llamado
ministerio de la verdad, y que eran los eslóganes del partido: la guerra es la
paz; la libertad es la esclavitud; la ignorancia es la fuerza. La
interpretación queda para el consumo propio del lector.
La responsabilidad es un valor que a algunos les fastidia,
al igual que lo es la honestidad. El ser irresponsable y deshonesto no repara
en sus actuaciones. La vergüenza es desconocida. Puede asistir a conversaciones
con damas y si alguna de ellas hace indicativo del llamado al respeto, le
brinda de respuesta un alarido. El maquillaje que utiliza no logra tapar los
huecos de sus deformaciones, y se acoge al juego del escondite. Su torpeza no
pasa desapercibida, y en momentos el recuerdo fluye para entender ciertas
decisiones, o barreras generadas en sus falsas premisas.
Al irresponsable, el apostar al engaño le puede brindar
réditos al principio del melodrama, pero con el tiempo las costuras se dejan
ver por lo mal que cosieron. La confianza dada por la amistad de los años no
puede ser pisoteada en momento de quedar al descubierto sus flaquezas. Allí la
estrategia perversa se desvanece. Si en un banco cancelan un cheque y el mismo
fue forjado en la firma y datos del dueño de la cuenta, al hacerse el reclamo,
la investigación arroja resultados, y el delincuente queda al descubierto.
Detrás de esas acciones delictuales, se esconde quien intentar utilizar a
quienes están en su círculo, en algunos casos sacando la cabeza, o
escondiéndola de acuerdo a su conveniencia, algo parecido al Topo.
Arturo Molina
@jarturomolina1
www.jarturomolina.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com
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