En cualquier deporte, el que lo practica o dirige, siempre espera ir hacia adelante. Se ataca y se defiende. La estrategia es saber entrarle al terreno del
contrario, burlar la marca y anotar el puntaje respectivo.
Allí la defensa tiene su
especial forma para recibir al atacante. La habilidad de los
jugadores se impone
a cada instante, pero es el juego colectivo que arroja
resultados deseados, y
menor desgaste individual. Las jugadas son finalizadas de
forma magistral por
un componente del equipo. Cada uno se destaca en su
respectivo rol, y todos
quedan contentos con lo realizado. En algunos equipos las
individualidades
realizan jugadas
extraordinarias, pero su excesiva
dependencia los puede llevar a
la derrota, y posteriormente surgen las acusaciones.
En la actividad política, existen los auspiciadores de la
anti- política, quienes fomentan el descrédito al trabajo en equipo y apuestan
por llegar al poder, al no
conseguirlo, se frustran, y entran en conflicto permanente
con quien lo logra. El
celo político es su estatus de vida y los improperios su
carta de presentación.
Sustituyen el debate proactivo por lo pueril. El insulto por
el otro se presenta
como muestra de inmadurez personal, ausencia de formación y
negación de la
pluralidad. Es el envalentonamiento de quien no tiene la
razón, pero se quiere
imponer por la fuerza de la mentira y la bajeza de su
miseria.
La crónica de la muerte anunciada, tiene episodios sin ser
entendidos. Los
sistemas de gobierno y sus implicaciones en la vida de las
personas están a la mano de acuciosos investigadores. Historias contadas desde
distintas ópticas convergen en señalar los destinos de los pueblos y sus
ciudadanos al entregar decisiones que le son propias a extraños. Narraciones
que se pierden en la distancia por falta de información para la formación en
áreas delicadas del acontecer político, económico y social de las naciones. Se
deambula entre la especulación y el abuso, más por ignorancia que por
concreción de un evento.
La oferta y la demanda nadan en el lodazal de lo caducado.
En ese dilema transcurre el tiempo, y la supervivencia se hace pesada para el
ciudadano. En Venezuela la vía de la colonización sigue su rumbo. El reparto de
los territorios es parte de la negociación de quienes se sienten dueños de las
personas y sus bienes. A la luz de las falsas promesas de crear un país de
avanzada, se potenció la miseria y desesperanza. Sembradores de sueños frustrados acarician la
idea de ver a las personas de rodillas ante ellos. En ese espejo se visualiza
la postura de algunos dirigentes en jugar para atrás y, al final del camino,
descubrirán que su equivocación los tiene al borde del abismo.
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