Resolver el problema de la pobreza, de la marginalidad, de
la miseria, es una prioridad nacional. Prioridad impuesta por razones éticas y
morales, en primer lugar.
Los dos últimos artículos los he dedicado al cambio político institucional y al cambio económico. Hoy debo abordar al cambio social.
Razones evidentes me obligan a referirme antes a la terrible
situación que está enfrentando la humanidad con la crisis que se presenta por
la invasión de Rusia a Ucrania. Allí se están confrontando dos imperios que
disponen de armas atómicas. Armas que tienen el potencial suficiente para
acabar con la especie humana.
Hago mías las palabras de Su Santidad el Papa Francisco que
nos pide a todos orar por la paz. Rechazamos la guerra. Ningún motivo puede
justificar la apelación a las armas. Nada justifica la guerra. Mucho menos,
entre potencias que disponen de armas nucleares que pueden acabar con todo
vestigio de vida humana sobre el planeta.
Apostamos por el diálogo, por la diplomacia y por la
solución pacífica de los conflictos. Ojalá los líderes de las potencias en
conflicto escuchen la voz y los consejos del Papa Francisco.
En cuanto a nosotros, el tema del cambio social tiene que
ver con el incremento alarmante de la pobreza y de la pobreza extrema en
nuestro país. Nunca habíamos tenido tantas familias venezolanas viviendo con
ingresos inferiores al nivel de pobreza. Nunca los pobres habían sido tan
pobres. Víctimas de la pobreza, de la desesperanza, millones de compatriotas
han abandonado al país en busca de mejores horizontes.
Resolver el problema de la pobreza, de la marginalidad, de
la miseria, es una prioridad nacional. Prioridad impuesta por razones éticas y
morales, en primer lugar. No es justo que tanta gente esté sufriendo los
rigores de la pobreza y las consecuencias de las políticas equivocadas, en un
país dotado de tantos recursos y de tantas posibilidades.
Además de las exigencias de la justicia Social, resolver el
problema de la pobreza y de la desigualdad responde a una racionalidad
económica y a una racionalidad política. La recuperación económica de Venezuela
supone la existencia de un vigoroso mercado consumidor.
Convertir a los pobres en consumidores es una exigencia de
la economía nacional. Desde el punto de vista político, no puede haber una democracia
sólida en un país con una minoría opulenta y una mayoría depauperada.
El cambio social que proponemos combina dos elementos:
Inversiones que generen empleo y educación que capacite a los jóvenes
venezolanos para asumir los nuevos empleos que se van a generar con la
presencia de las nuevas y cuantiosas inversiones que requerimos. Empleos
modernos, productivos, estables y bien remunerados.
Los pobres saldrán de la pobreza con la dignidad que supone
un trabajo bien remunerado.
Seguiremos conversando.
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