Diciembre 2024, elección presidencial. Candidato del sector oficialista uno (1); candidatos de la oposición cien (100). No hubo acuerdo en las oposiciones,
y en consecuencia se visualiza que los revolucionarios siglo XXI se mantendrán en el poder por otros seis (6) años. El veredicto esgrimido por el entonces líder de esa revolución, se cumple: llegaran al 2030. La fiesta de los oficialistas es en grande. Los gritos del no volverán reviven con frenesí. Son pocos ahora los que aluden ese cantico, pero sus pulmones truenan a rabiar por el acontecimiento. La minoría mantiene a la mayoría dispersa, dubitativa, embobada. Los golpistas del año 1992, ahora en diferentes bandos, hacen sus interpretaciones de los hechos. Unos asumen que la revolución desvió su camino; otros se sienten representados por las actuales autoridades. Los ex militares sienten que todavía no han cobrado por su gesta heroica. Persisten en su reclamo. No están de acuerdo con lo cívico-militar, apuestan definitivamente por el militar controlando al civil. Llegó el momento, hay que extinguir todo accionar del sistema liberal hacia la prole. Ya tienen nuevamente legitimación para el ejercicio del poder. No se puede seguir corriendo la arruga.En la acera del frente, los sectores de las oposiciones se
atacan mutuamente (en realidad tienen 24 años haciéndolo). Las culpas se dejan
ver como la escabiosis que brota en la piel de cualquier animal abandonado en
la calle. Las cupulas se rasgan sus vestiduras. Etiquetan a quienes no se
sumaron a sus designios, como arrastrados al régimen. Algunos propietarios de
los llamados medios de comunicación independientes se prestan para la
descalificación. El abono a favor de la mentira, abunda. Los ciudadanos
escuchan tales ataques. Se miran entre sí. No terminan de entender a la clase
política. Algunos ciudadanos expresan que los dirigentes, sin liderazgo, pero
dirigentes por su aparición en público, se sienten los señores feudales en el
territorio de la disidencia. No se llama a bailar salsa, pero asumen el grito
de cantar FRAUDE, para evadir la responsabilidad de su propio desastre.
Los nombres del G4 y sus derivados, generan ruido. Antes
eran abstencionistas-divisionistas, ahora son, eso, y excluyentes. Sintiéndose
químicamente puros convocaron a los suyos (seleccionados por ellos 4) al
concurso de una elección restringida. Los otros fueron excluidos, no podían
entrar a la competencia en el reino de los puros, al estar etiquetados por el
feudalismo cupular. El perfil para poder participar en ese escenario era el de
la obediencia a los amos. Se descartó la posibilidad de la propuesta
programática porque eso no genera votos. Se afianzaron en la promesa populista,
y el engaño a las personas bajo la falsa premisa de la esperanza, quienes
continúan pasando necesidades, y son a su vez presa fácil de los inspiradores de
la anti política y la mezquindad del odio.
Ya no es la figura del interinato la que rodea los pasillos
de las esferas del G4, ni el de los parlamentarios de por vida; tampoco el de
la quebrada y desaparecida MONOMEROS. Ni siquiera los conciertos para la ayuda
Humanitaria los que hacen mella en el recuerdo de las personas, porque lo que
se oye con intensidad entre ellos mismos, es el llanto de las familias que ven
como se les terminó de arrebatar lo poco que les quedaba de dignidad. A ese
escenario hay quienes le llaman ¿primarias en la oposición?
ARTURO MOLINA
@jarturomolina1
www.jarturomolina.blogspot.com
jarturomolina@gmail.com
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